Gobernador de Cuyo

                                                                                                                                                                                                                                                        

Gobernador de Cuyo

 


 

En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró gobernador de la Intendencia de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú.

El plan de San Martín había sido pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía destinado a ser desechado. Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante, sólo que primero tendría que liberar Chile.

Una de las primeras medidas como gobernador de Cuyo fue recorrer los pasos cordilleranos, tanto de Mendoza como de San Juan, con el objetivo de recoger información directa de lo que era posible hacer ante una posible invasión realista.

Además, llevó adelante una importante tarea administrativa, ordenó el establecimiento de postas, la mejora de caminos, la construcción de canales para el regadío, mejoras edilicias, la reglamentación del trabajo de los peones en el campo, la vacunación masiva contra la viruela y se interesó por la instrucción pública con el apoyo al funcionamiento del colegio de la Santísima Trinidad y la fundación de una biblioteca.

La Asamblea de 1813, había convocado a la reunión de un Congreso en Tucumán con la finalidad de declarar la independencia y elegir la forma de gobierno del nuevo país. Fue elegido diputado por Mendoza, Tomás Godoy Cruz, con quien el gobernador intercambió correspondencia para instarlo a que apurase la Declaración de la Independencia; eje de la campaña libertadora de los Andes.

Una de las primeras medidas como gobernador de Cuyo fue recorrer los pasos cordilleranos, tanto de Mendoza como de San Juan, con el objetivo de recoger información directa de lo que era posible hacer ante una posible invasión realista. Además, llevó adelante una importante tarea administrativa, ordenó el establecimiento de postas, la mejora de caminos, la construcción de canales para el regadío, mejoras edilicias, la reglamentación del trabajo de los peones en el campo, la vacunación masiva contra la viruela y se interesó por la instrucción pública con el apoyo al funcionamiento del colegio de la Santísima Trinidad y la fundación de una biblioteca.

Estaba en todos los detalles que permitirían hacer progresar la ciudad pero además, trabajó en la idea de crear en Mendoza un ejército disciplinado y fuerte con el cual contener las posibles invasiones de los españoles desde Chile y pasar luego la cordillera buscando el camino hacia Lima, a la que consideraba el eje de la dominación española.

Un tiempo antes del arribo de San Martín a Mendoza, llegaron a la ciudad —deportados desde Chile— el brigadier Juan Mackena, fray Justo Santa María de Oro y otros chilenos, quienes pusieron al gobernador al tanto de lo que acontecía al otro lado de la cordillera. San Martín informó al Director Posadas sobre la situación y le solicitó ayuda para organizar el Ejército de los Andes.

Poco tiempo después de hacerse cargo de la gobernación de Cuyo, San Martín recibió noticias del desastre de Rancagua (octubre de 1814). Recibió además, un pedido de ayuda de parte de José Miguel Carrera y se puso de inmediato en marcha por caminos cordilleranos para organizar el auxilio de los emigrados.

Por ese tiempo, Remedios de Escalada llegó para establecerse junto a su esposo en Mendoza. Al tiempo quedaría embarazada y antes de que San Martín iniciara el Cruce de los Andes, daría a luz a su única hija, Mercedes Tomasa.

Para costear los gastos de la organización del ejército se recaudaron celosamente los impuestos, se impusieron empréstitos forzosos para mejorar las finanzas, se estimularon las donaciones que el pueblo cuyano realizó generosamente. Las donaciones recibidas fueron dinero y joyas, aunque la más notoria fue el trabajo de la población. Los hombres se dedicaron a la confección de armamento a la par que recibían instrucción militar. Las mujeres cosieron uniformes, tejieron ponchos, bordaron banderas. En Mendoza había una importante colonia inglesa, por lo que se estimuló a los extranjeros a prestar colaboración.

Numerosos bandos se dejaron leer en las esquinas habituales para atender al progreso de la ciudad. San Martín no descuidó la ciudad, exhortó a los vecinos a blanquear los frentes de las viviendas, limpiar la extensión de la Alameda, y colaborar en el equipamiento del ejército. El orden que puso en la actividad de las pulperías, las disposiciones contra el juego, y la regulación del tránsito con la prohibición de galopar en las calles, redundaron en la seguridad de sus habitantes. También la Salud preocupaba al general, y se ocupaba como hombre de acción que era. Con la creación de dispensarios, la implementación de una verdadera campaña de vacunación antivariólica y la lucha contra la hidrofobia, mejoró la calidad de la salud pública. La creación de nuevas postas de correo en Mendoza y en San Juan dio un nuevo impulso a las comunicaciones, estableciendo una ruta directa al norte argentino, evitando el largo rodeo que imponían los extensos caminos por Córdoba.

 

 

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